Se consideran fuentes, pues, a los textos escritos, la arqueología, las tradiciones orales, el arte, etc. Todo lo que ha producido la humanidad y todo lo que puede darnos información sobre el pasado. Evidentemente, las fuentes escritas son las más utilizadas: relatos, cartas, estadísticas, literatura, padrones, archivos, toponimia, etc. El documento por excelencia es el texto legal, pero este es interesado, ya que deja constancia de lo que interesa a quien tiene el poder. Un libro de Historia no es una fuente histórica, puesto que es un libro que ya interpreta los documentos; aunque puede ser una fuente para la Historia de la historiografía.
El mayor problema al que se enfrenta el historiador es el de cómo conocer los hechos del pasado. Para ello hay que buscar testimonios que nos los cuenten, fuentes que suelen estar dispersas. Pero una vez localizadas no se pueden creer sin más, es necesario comprobar su autenticidad, su veracidad, qué en el documento es adorno, si hay ocultaciones, etc. Los documentos conservados no hablan de lo que a nosotros nos interesa, sino de lo que les interesa a quienes los hacen. Por eso, de ciertos hechos puede haber muy pocos documentos, mientras que de otros existen innumerables datos, con lo que es necesario hacer un proceso de selección de los documentos, la Heurística.
El problema fundamental es determinar el grado de fiabilidad de la fuente, sobre todo si esta es escrita. Hay que determinar su autenticidad, saber su origen (que puede ser interesado), conocer el grado de credibilidad y hacer una crítica de ella. Pero, una vez estudiada y comprendida la fuente, no basta con publicar el hecho, es necesario interpretarlo y elaborar el conocimiento histórico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario